martes, 21 de octubre de 2008

Dafne


Virginia Caro "Oleo sobre Tabla"
Que grandes las Metamorfosis y que grande Ovidio. Este mito ha formado parte de muchas de mis obras, éste fue parte de una exposición con la temática del árbol.
¡Cómo no elegir el laurel!

Del que más iba a hablar con tímida carrera la Peneia huye, y con él mismo sus palabras inconclusas deja atrás, entonces también pareciendo hermosa; desnudaban su cuerpo los vientos,
y las brisas a su encuentro hacían vibrar sus ropas, contrarias a ellas, y leve el aura atrás daba, empujándolos, sus cabellos, y acrecióse su hermosura con la huida. Pero entonces no soporta más perder sus ternuras el joven dios y, como aconsejaba el propio amor, a tendido paso sigue sus plantas. Como el perro en un vacío campo cuando una liebre, el galgo, ve, y éste su presa con los pies busca, aquélla su salvación: el uno, como que está al cogerla, ya, ya tenerla espera, y con su extendido morro roza sus plantas; la otra en la ignorancia está de si ha sido apresada, y de los propios mordiscos se arranca y la boca que le toca atrás deja: así el dios y la virgen; es él por la esperanza raudo, ella por el temor. Aun así el que persigue, por las alas ayudado del amor, más veloz es, y el descanso niega, y la espalda de la fugitiva acecha, y sobre su pelo, esparcido por su cuello, alienta. Sus fuerzas ya consumidas palideció ella y, vencida por la fatiga de la rápida huida, contemplando las peneidas ondas: «Préstame, padre», dice, «ayuda; si las corrientes numen tenéis, por la que demasiado he complacido, mutándola pierde mi figura». Apenas la plegaria acabó un entumecimiento pesado ocupa su organismo, se ciñe de una tenue corteza su blando tórax, en fronda sus pelos, en ramas sus brazos crecen, el pie, hace poco tan veloz, con morosas raíces se prende, su cara copa posee: permanece su nitor solo en ella. A ésta también Febo la ama, y puesta en su madero su diestra siente todavía trepidar bajo la nueva corteza su pecho, y estrechando con sus brazos esas ramas, como a miembros, besos da al leño; rehúye, aun así, sus besos el leño. Al cual el dios: «Mas puesto que esposa mía no puedes ser, el árbol serás, ciertamente», dijo, «mío. Siempre te tendrán a ti mi pelo, a ti mis cítaras, a ti, laurel, nuestras aljabas. tú a los generales lacios asistirás cuando su alegre voz el triunfo cante, y divisen los Capitolios las largas pompas. En las jambas augustas tú misma, fidelísisma guardiana, ante sus puertas te apostarás, y la encina central guardarás, y como mi cabeza es juvenil por sus intonsos cabellos, tú también perpetuos siempre lleva de la fronda los honores». Había acabado Peán: con sus recién hechas ramas la láurea asiente y, como una cabeza, pareció agitar su copa
"Metamorfosis" Ovidio
Esta es la parte del mito representada en esta obra, el inicio lo dejo para que vosotros lo descubrais.

4 comentarios:

matías miguel clemente dijo...

Qué fuerte has empezado¡¡¡ nada más y nada menos que Ovidio, y uno de tus cuadros que más me gustan¡¡¡ enhorabuena¡¡¡ bss.

Erredé dijo...

Este cuadro tiene una fuerza y una armonía especiales, hay algo en él que me fascina, tal vez sea la calma con la que Dafne afronta su transformación.
Sigue subiendo arte que tus lectores lo esperamos impacientes.

Yolanda dijo...

Hola. Gracias por tu aporte a las tarjetas viajeras, Rose me envió la imagen. Si quieres verla están todas en el blog del colectivo satélite. Un saludo y gracias por jugar:

http://colectivosatelite.blogspot.com

Anónimo dijo...

Muy bonito el texto que has elegido, y el cuadro me parece increible.
Seguiré lo que pongas aquí si todo es igual.